sábado, 9 de enero de 2010

Desde el riesgo socio-ecológico: la agricultura industrial y sus alternativas

Se observa una creciente preocupación por la inclusión de criterios de sostenibilidad medioambiental en la agenda política comunitaria en lo referente a la agricultura industrial.
Desde hace décadas se viene llevando a cabo un modelo agrícola industrial como consecuencia de la productividad impuesta por el sistema político-económico. Desde finales del siglo XIX la actividad agrícola se ha ido transformando en actividad industrial por su cercanía con la ciencia y la tecnología, que se viene observando por el uso de la química para el control de los cultivos, y un uso de maquinarias para trabajarlos. El paradigma productivista ha conllevado una excesiva especialización en las prácticas agrícolas y una concentración de las explotaciones con un uso y abuso a gran escala de abonos químicos y pesticidas (que comprenden insecticidas, fungicidas, algicidas, herbicidas y rodenticidas) y de nuevas maquinarias tecnológicas que han ido sustituyendo paulatinamente la mano de obra. ¿Por qué? Porque la agricultura industrial está enfocada a producir grandes cantidades de alimentos en menos tiempo y espacio-con un mayor desgaste ecológico-dirigida a conseguir beneficios comerciales.

Los impactos ambientales de este tipo de agricultura son graves, desde la contaminación de aguas (ríos, lagos, acuíferos), suelos (erosión, agotamiento de minerales, salinización del suelo en zonas secas), pero también los costes sociales son de gravedad: declive de la sociedad rural, pérdida de los usos tradicionales del terreno y cambio por un uso industrial o abandono del mismo; desertificación, insuficientes recursos a las áreas rurales, excesivo desarrollo urbano e industrialización. Además de la aparición de riesgos para la salud humana, que podríamos situarlo como impacto en lo social y medioambiental al mismo tiempo, ya que cada vez son más frecuentes la presencia de sustancias nocivas para el ser humano, con posibles efectos cancerígenos y/o riesgos toxicológicos . Existen manuales que dan cuenta de forma científica de estos riesgos a los que actualmente estamos expuestos la población humana, como son: Toxicología ambiental de Mª Dolores Moreno Grau,
Toxicología y seguridad de los alimentos de R. Derache y/o
La cara ocultad de alimentos y cosméticos de Manuel Fco. Ortuño Sánchez

¿Cómo asegurar la conservación del medio ambiente y los objetivos de producción?
Según Gómez Orea una actividad agraria orientada a maximizar la producción genera formas de explotación que superan la capacidad de acogida de los ecosistemas.
En el mediterráneo lo que más se conoce es la sobreexplotación, como en los cultivos de invernadero, o los monocultivos que requieren un abuso de químicos pues es un cultivo no sostenible, no descanso de la tierra, que puede redundar en la sobreexplotación de los acuíferos.
En los países periféricos el paradigma de la eficiencia y la productividad se lleva a cabo mediante una agricultura extensiva e intensiva de monocultivos dedicados al mercado internacional que amenaza la soberanía alimentaria de los países. Agroexportación y desnutrición en Argentina…El país del trigo come ahora peor que hace treinta años…la gran paradoja.
Si no hablamos de las grandes compañías de semillas, farmoquímica….pues la monoproducción es un sistema ecológico altamente frágil, terminar con la biodiversidad conlleva sus riesgos…
La agroecología se desvela como una alternativa a este sistema generador de malestar ambiental y social… Pues ya hemos visto que no sólo se trata de pérdida de suelo o manto freático o contaminación, sino también pérdida de la capacidad alimentaria de una comunidad, de un país, de una región.
El concepto clave para la agroecología es la sostenibilidad. Para alcanzar sostenibilidad la metodología agroecológica no solo se ancla en la Ecología, sino que percibe la producción de alimentos como un proceso que involucra a los productores y consumidores interactuando en forma dinámica. Esta ciencia entiende que: “Un agricultor/a interesado/a en producir continuamente, en el mismo campo, no debería prestar atención solamente a los objetivos y metas de su unidad de producción y esperar que con esto puede enfrentarse a los retos de sostenibilidad a largo plazo” o tener en cuenta que: “El uso inapropiado o ineficiente de plaguicidas y fertilizantes, puede contaminar el agua el aire así como dejar residuos potencialmente peligrosos en la comida que mi familia y otras familias consumen”.
Desde aquí se examina el sistema de producción como un agroecosistema, ecosistema que bien desarrollado, maduro, se convierte en relativamente estable, auto-sostenible, se recupera de las perturbaciones, se adapta al cambio y es capaz de mantener su productividad usando insumos energéticos provenientes solamente de la radiación solar.
La sostenibilidad ecológica es la materia prima de construcción sobre la cual los otros elementos de la sostenibilidad dependen. No hay justificación para la práctica del monocultivo con alto uso de insumos, pues en ecosistemas saludables, balanceados, raramente se atestigua lo que podrían considerarse epidemias en gran escala. “Pero debido a la reducción de diversidad natural, estructural y funcional, en ecosistemas manejados como la agricultura, se ha perdido mucha de la capacidad de recuperación del sistema, de su sostenibilidad, por lo que se deben mantener ingresando constantemente insumos externos hechos por humanos” Estos sistemas son sostenidos pero para ser sostenible es necesaria la alta diversidad ecológica que es la que explica la sostenibilidad con mecanismos propios de regulación de poblaciones.
La aplicación de la agroecología se fundamenta en dos tipos de ecosistemas: natural y tradicional (co-evolución de cultura y ambiente local). Pero en su aplicación además es necesario un tejido social que ayude a su sostenibilidad, deben cooperar por tanto consumidores y agricultores.
El consumidor/a y su educación son importantes. Se pretende que la sostenibilidad se convierta en valor cultural, es decir dejar de ver el sistema agrícola como esa actividad productiva manejada por presiones económicas, en donde se obvian y se ignoran los efectos de actuación que se manifiestan fuera del propio cultivo.
En Granada se observan inciativas agroecológicas desde el ámbito local, como puede ser la Asociación biocastril, que es una formación de cooperativas sin ánimo de lucro que buscan un desarrollo sostenible socio ambiental. Se puede obtener más información en: http://www.biocastril.es/ o la Cooperativa hortigas, que desde una visión agroecológica trata de acercar campo y ciudad. Su labor campesina se sitúa en tierras de Dúrcal y Cañar, y mediante un sistema organizativo basado en asambleas, trabajo en la huerta y la cesta de verduras semanal se lleva a cabo el proyecto financiado por la cuota mensual de los socios ciudadan@s que viven en la ciudad de Granada.

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